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Día nacional de la Defensa Civil

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Los Murgueros, un baile a la esperanza

El merendero del barrio María del Carmen es una frontera en el que anida la solidaridad. Virginia Casas relata la historia de esfuerzos comunitarios para reducir diferencias sociales y ganar en afectos.

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“La caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo” dijo alguna vez Eduardo Galeano. Hoy sus palabras pueden aplicarse a la descripción del Merendero Los Murgueros, en Bolívar, donde no se ofrece lo que sobra, sino que se comparte lo que se tiene.

Hace dos años se creó en el barrio María Del Carmen, ubicado detrás del Parque Las Acollaradas, un merendero que recibe a chicas, chicos y adolescentes del barrio. No se trata únicamente de un espacio para llenar el estómago durante la tarde, sino que el lugar es principalmente un punto de encuentro y de contención, donde siempre el otro es prioridad.

La principal hacedora de este proyecto es Virginia Casas, una joven madre de cuatro hijos y una especie de madrina de más de treinta personitas que la visitan a diario en su hogar, donde funciona el merendero. Allí convive con sus dos nenas, dos nenes y su marido Rogelio, gran pilar de apoyo para ella y para este trabajo solidario. La idea inicial fue de María Celia Ibañez, una vecina, “ella me preguntó si me gustaría servirles leche y pan con mermelada a los chicos del barrio”, recuerda Virginia. Después de un año, María Celia tuvo que mudarse y Virginia decidió continuar con el proyecto, acompañada por otra vecina y parte fundamental del mismo, Nilda Ruiz. La voz de Virginia se quiebra al hablar de su compañera en el merendero y en la vida en general. La considera una madre del corazón “ella hace la leche, amasa muy bien y yo le debo todo, es como mi mamá. Yo me crié prácticamente sola y ahora la tengo a Nilda para lo que necesite”.

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Todos los sábados la casa ubicada en Esperanza 94, recibe a treinta y cinco chicos, chicas y adolescentes. Este número se duplica en fechas especiales como Navidad, Reyes Magos, Día del Niño, Pascuas entre otras, y acercan jóvenes de Barrio Casariego, Latino, Pompeya y Los Zorzales. Los domingos, en general, quienes asisten al Merendero, visitan junto a Virginia la Biblioteca Del Otro Lado del Árbol, ubicada en el Parque. Ambas organizaciones trabajan en conjunto a la hora de realizar algún evento especial, Virginia agradece la predisposición de Rosana Constantino y sus donaciones en nombre de la Biblioteca.

 

Merienda y murga

El nombre “Los Murgueros” surge de una lista de veinte opciones que se les ocurrieron a los chicos y chicas, “a mí me gustaba el nombre Arcoíris, que era el que había quedado en competencia, pero la mayoría eligió Los Murgueros” afirma Virginia.

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Haciéndole honor al nombre, integrantes del merendero formaron una murga que presentaron en la ciudad en distintas ocasiones. La murga “Despertando a los duendes” participó en los carnavales 2016 junto a la liderada por Martin Berreterreix en el barrio Villa Diamante. “Nosotros teníamos los trajes y bailábamos pero no teníamos los instrumentos así que nos sumamos a la murga de Martin”, cuenta. Se trata de una propuesta inclusiva que apela a la identificación y expresión a través del baile, la música, los colores y demás que tiene gran concurrencia por parte de los y las jóvenes del barrio. Tal es así que las adultas que acompañan trabajan codo a codo para hacer crecer este espacio “empezamos a hacer pasteles con Nilda, que me enseñó a amasar y con Mirta Bravo”, cuenta Virginia que los venden de manera ambulante por las calles de la ciudad, dentro y fuera de su barrio, para poder comprar telas para los trajes, instrumentos, entre otros.

 

Madre fuerza

La sabiduría de Virginia podría adjudicarle una edad de más de cien años. Junto a sus siete hermanos, reconoce que vivió situaciones no deseadas en su niñez y adolescencia. Salir a pedir comida o zapatillas por las calles de Bolívar eran una tarea cotidiana y totalmente naturalizada, “nunca tuve vergüenza de pedir, no robaba pero iba pidiendo casa por casa con la frente en alto”. Las experiencias vividas no la colocan en un lugar de enseñanza superior a la de quienes la rodean, ella aconseja desde la humildad y sencillez con que lleva adelante su vida. En este sentido destaca la constante presencia de su abuela y todo lo que aprendió de ella: “cuando cumplí 15 años mi abuela me trajo un pan con una vela y me dijo que eso era lo único que me podía regalar, yo le respondí que era el mejor regalo que me podía hacer”, recuerda. Es mamá de Felipe, León, Iara y Tatiana, trabaja todos los días, al igual que su esposo Rogelio, y nunca se cansan más que físicamente. “Yo sé lo que es necesitar porque lo pasé, cuando tenía seis años salía a vender diarios para darle la plata a mi mamá, sacar la familia adelante” recuerda. Si bien sus hijos se encuentran en una edad demandante, según reconoce Virginia, tanto ella como su marido están tan predispuestos a ayudar a los suyos como a los demás nenes y nenas del barrio. “Venían a pedirme un pedazo de pan y a veces no tenía. Entonces me quedaba con bronca de no poder ayudar. Siempre quise hacer el bien sin mirar a quién, no importa quién es el que me está pidiendo”, afirma.

 

Panza llena, corazón contento

El trabajo de Virginia tiene como destinatarios a niños, niñas y adolescentes ya que ella considera a la infancia como una etapa fundamental que no debe ser reprimida. “Me llena el corazón ver que vienen muchos nenes a merendar”, y agrega con total transparencia “si veo un nene feliz, yo soy feliz”.

El Merendero es para esta líder natural un espacio donde siente que puedesaldar las deudas con su infancia, intentando que ningún chico o chica cerca suyo sufra las mismas necesidades que ella: “sé lo que es que un nene necesite un lápiz para escribir, un par de zapatillas, comida, o tener que trabajar de chica”, confiesa. Además destaca la importancia de la educación en la juventud “fui al jardín, hice primaria y terminé la secundaria en la escuela n° 7” cuenta sobre su trayectoria y demuestra con su trabajo diario un gran interés porque, quienes la rodean, también puedan terminar sus estudios.

Su tarea diaria es altamente transformadora de su entorno y por lo tanto de la sociedad en general. Su esfuerzo modifica la realidad de muchas personas “no quiero que los chicos entren en la droga, porque después no salen”, dice sobre uno de sus principales objetivos. Su gran aporte está vinculado también a visibilización de las problemáticas de la juventud en Bolívar, que generalmente son obviadas por la mayor parte de la población, “este barrio no tiene cloacas, agua, salita de atención primaria, tampoco teníamos el  nombre de nuestras calles, nosotros somos la nada”, afirma.

 

Colaboraciones

El grupo Jóvenes Empresarios de la Cámara Comercial de Bolívar colabora en forma permanente con el Merendero. “Sábado por medio hacían hamburguesas, choripanes, además traían galletitas, jugos y ahora nos donaron útiles escolares para el comienzo de las clases”, agradece Virginia. Además muchos locales comerciales de la ciudad se suman a la solidaridad del Merendero donando juguetes, útiles, pan, facturas, gaseosas y demás. La voluntad de los vecinos también es imprescindible para llevar adelante el Merendero todos los fines de semana.

Se puede colaborar con donaciones para chicos y chicas con el Merendero, todos los días. En este sentido Virginia aclara “sirve todo lo que tengan en sus casas que ya no usen, ropa para chicos, zapatillas, cunas, andadores, juguetes” y demás. Se acepta también leche, galletitas, cacao, jugo, gaseosas, y otros alimentos para la merienda.

Contacto:

Facebook: Merendero Los Murgueros

Dirección: Esperanza 94

Teléfono: (02314) – 15413492