Los desechos electrónicos siguen convirtiéndose en un gran problema para la humanidad. La ONU denuncia los alcances de esos residuos impulsados por el cambio tecnológico y el mercado. El cúmulo crece rápidamente y amenaza la salud y el medio ambiente; en 2.000 se produjeron diez millones de toneladas de desechos electrónicos, en la actualidad se multiplicó por cinco.
Cada individuo sobre el planeta produce siete kilogramos de basura tecnológica por año, los que aumentarán en un 30% en los tres años próximos. Pero ese promedio no es igual para todos, sino que dependerá de la riqueza y la conciencia ambiental de cada sociedad. La tendencia indica que la mayoría de los desechos provienen de los dispositivos móviles.
Muchos artefactos electrónicos, que tienen una vida cada vez más corta, están cargados de metales pesados muy dañinos para la salud. Entre ellos se consideran al plomo, al mercurio, al cadmio o al zinc, todos una una fuente contaminante a largo plazo si no se los recicla de forma adecuada. El reciclado, alerta la ONU, solamente se produce en una mínima parte. El problema se agrava si se considera que en 2016 los países en desarrollo producirán ya más basura electrónica que los industrializados, problema que se incrementa si se considera que son los que menos consideran la problemática medioambiental.
Con el fin de revisar la situación y buscar soluciones, la ONU ha lanzado la Iniciativa StEP, con el objetivo de fomentar la reutilización y ampliar el tiempo vital de los productos electrónicos.
El responsable de la mencionada iniciativa, Ruediger Kuehr, reconoce que pese a que éste es un problema medioambiental subestimado, al menos inicia a figurar en la agenda política internacional. “Estamos muy al inicio, por el instante no logramos mencionar que estemos en el buen camino, sin embargo al menos esta abriéndose paso en la agenda política”. “Quienes toman decisiones políticas, como los Gobiernos, son conscientes de que esto es una bomba de relojería y de que se deben tomar decisiones”, agrega.
“Los consumidores (en los países industrializados) no son del todo conscientes del reto que cree la basura electrónica”, ya que consideran que es un problema lejano, que perjudica a quienes desmantelan los equipos de forma rudimentaria en África o Asia. Y pese a que ese tipo de reciclaje en precarias condiciones es muy peligroso, sólo es una parte del problema. La cuestión de fondo es que “sólo una pequeña parte del material electrónico se recicla en países como Alemania, Reino Unido o Estados Unidos”, recuerda Kuehr.
La Argentina
En nuestro país se estima que se producen unos 4 kilogramos por persona por año de residuos electrónicos, cifra regional solamente superada por México y Brasil.