La psicóloga Gabriela Ochoa es la responsable local del Centro de Prevención de las Adicciones (CPA).
Las políticas públicas sobre las adicciones han reconfigurado permanentemente los abordajes. Desde hace unos años, la Subsecretaría de las Adicciones de la Provincia de Buenos Aires (SADA), ha definido su accionar a partir de la prevención, y desde su paso a la órbita de salud, la labor comunitaria se ha acrecentado.
Ochoa explica que se trabaja articuladamente con todas las áreas posibles, sea el hospital, su servicio de Salud Mental, Minoridad o Justicia.
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El enfoque
Desde el CPA “no apuntamos a la substancia” consumida, “sino sobre el sujeto. Más allá de lo que consuma, se trabaja con el sujeto, para que pueda articular su sufrimiento, se apunta a incluirlo en algún lugar social diferente al que la droga le puede llegar a ofrecer”. Es que, según ese enfoque, en el consumo influyen “montón de variables, sociales, psicológicas, que tienen que ver con el contexto, pares, familia, comunidad. Hoy se dice que los adolescentes tienen como objeto de consumo primario a la droga y el alcohol, pero nos olvidamos que estamos en una sociedad de consumo. Estamos invadidos a consumir miles y miles de objetos, y la droga es un objeto más”. Allí es cuando se procuran generar otras herramientas al sujeto.
En la sociedad de consumo “los medios, la globalización, la sociedad capitalista, ejercen una influencia donde hasta la subjetividad va cambiando. Hoy vivimos en la inmediatez, el ejemplo son las tecnologías, hoy tenés esto y mañana ya no sirve; esto hace que las cosas ya no tengan valor. Todo es inmediato, no hay tiempo para procesar, esa fluidez líquida de la que habla Bauman”, ejemplifica la funcionaria. Ese dar cuenta de la sociedad actual “es mucho más complejo”, pero augura- en lugar de la queja y la observación, debemos actuar acerca de “lo que debemos hacer con la sociedad de hoy”.
El trabajo
Ochoa manifiesta que desde lo local “estamos para hacer la parte preventiva y asistencial. Aquí hacemos atención de aquella persona que llega espontáneamente pidiendo ayuda, o a través de una institución o una familia”. El trabajo con la familia se hace necesaria “porque no siempre la demanda es espontánea, y si no hay un deseo de querer generar un cambio, la persona que tiene el problema del consumo, desde el tratamiento psicológico no se puede trabajar”, razón por la que la familia suele ser el ámbito de trabajo más inmediato.
El trabajo preventivo se ha descentralizado, iniciando la actividad en los CAPs de Villa Diamante y Los Zorzales. “Se va a hacer directamente la atención ahí, porque muchas veces a la gente les cuesta llegar hasta el CPA”, el qué dirán sigue siendo fuerte en comunidades chicas, de ahí la necesidad de ir ocupando otros espacios físicos. La funcionaria manifiesta que se organizan allí talleres de orientación familiar, uno de ellos junto al Banquito de la Buena Fe en Diamante, y el otro en la Escuela Media Nº 5, que es la de Barrio Obrero, a lo que se agregan “mesas de participación juvenil en las escuelas secundarias, para ver esa escucha desde un espacio donde los adolescentes puedan plantear desde dónde abordar o plantear la problemática”, para posteriormente “llegar a una mesa comunitaria, con una puesta en común que incluya hechos”. Ochoa expresa sorpresa sobre la riqueza de los diálogos adolescentes, uno de los temas emergentes es el de las previas, “uno piensa que a ellos les gusta, y sin embargo nos sorprendieron porque un grupo importante de adolescentes marca su cansancio ante las previas que se dan hasta las cuatro de la mañana. Entonces ellos mismos deben pensar en cómo producir el cambio”, plantea.
Prevención de adicciones
Desde su función, Ochoa interpreta que “una persona llega al consumo problemático por otras situaciones de vulnerabilidad que atraviesa en su vida. La prevención se basa en trabajar en aspectos como salud, bienestar económico, trabajo, con inserción social, participación, conciencia crítica, como ciudadanos libres que puedan pensar. En las escuelas se trabaja mucho con cuestiones de comunicación, como no quedarse con los problemas, saber pedir ayuda. Hay situaciones donde el consumo, donde no pasa a un segundo plano, pero que las situaciones de vulnerabilidad son muy importantes como falta de vivienda, trabajo, malestar generalizado, que por ahí hay que apuntar más a eso que al consumo. Si lográs trabajar sobre todo lo otro, el tema del consumo va decantando, en su vida como un eje central”.
Retomando abordajes sociales, Ochoa manifiesta que actualmente “hay personas que no tienen objetivos, sin proyecto de vida, ¿qué lo motoriza?”. En esos contextos sociales de extrema vulnerabilidad “tanto social, económica o psicológica, por ahí lo que tienen más a mano es el tema del consumo, lo que les calma el sufrimiento ante el no saber qué hacer”, y desde allí, vuelve a plantearse el abordaje desde un todo complejo.
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Cambios culturales, rol del adulto y los estigmas
Para Ochoa en la actualidad se han producido “cambios en algunas pautas culturales, de normas. Tiene más que ver con eso que con la naturalización. Por ejemplo pensar una fiesta sin alcohol parece sin diversión, eso parece una norma, más que una naturalización; tiene que ver con estos cambios que sufre la sociedad” actual.
Desde esa concepción los adultos juegan “un rol importantísimo, porque a los adultos a veces nos cueste sostener las normas que en casa se deben cumplir. Uno escucha que se tiene la presión porque en la casa de fulanito se hace tal cosa y lo dejan, creo que cada familia tiene reglas propias, y uno tiene que estar convencido que esas reglas funcionan. Hay que sostener ese no que un papá puede decir, y eso tiene que ver con los límites”. A su vez destaca “el otro rol tiene que ver con la escucha de nuestros hijos, incluso desde distintos ámbitos. Eso es muy importante, porque a veces juzgamos mucho, no le damos el lugar; el adolescente tiene muchísimas capacidades y sorprende mucho cuando te podés sentar a hablar en un mano a mano con ellos. Ahí podés llegar a entender por dónde pasa ese consumo”, sentencia.
El estigma, el rechazo sobre el adicto “es lo peor que estamos haciendo, porque es seguir vulnerando a la persona. Hay una vulnerabilidad psicosocial y económica, y si seguimos expulsando, seguimos agravando el problema. Lo que hay que buscar es lo contrario, escuchar, intentar incluirlo e integrarlo desde un espacio social, no seguir marginando, porque desde la exclusión no conseguimos nada, al contrario, más malestar y violencia”.
Sensibilización y acción
Las adicciones están en boca de la comunidad. “Cuesta” reconocer la sensibilidad, dice a secas Ochoa. Analiza que “da la sensación que se le tiene miedo al tema, y el miedo paraliza. Está bueno que el que viene al CPA no sea solamente el que tiene un problema de consumo, puede ser cualquiera que se quiera informar y conocer del tema. No siempre nos toca de cerca, a veces puede ser un amigo, conocido o vecino, ésta problemática no nos tiene que paralizar. Nos podemos informar para saber cómo entendernos” sostiene.
Por último, entre tanta prevención y definiciones, cabe responder sobre qué hacer ante el adicto, sobre el accionar del CPA y de la sociedad. Ochoa explica que hay que ir a la oficina del CPA (Viamonte 251, TEL 424510) y allí el equipo determina cómo intervenir. Según la profesional, “dependerá de la edad, porque si es un menor, tendrá que intervenir Niñez. Seguramente hay otros casos de vulnerabilidad por la que legó a una situación de consumo, después trabajar con la familia, y luego trabajar en el sujeto para que quiera someterse a un tratamiento” psicológico. Si el paciente concurre forzado, puede generar resistencias al tratamiento, requiriendo mucho más tiempo del deseado. Por ello, prefieren actuar sobre el ámbito familiar “para que ya venga con decisión” ya tomada.