La Psiquiatra Patricia Barcia y la Psicóloga Emilia Rodríguez expusieron en el XXVII Congreso Argentino de Psiquiatría que se realizó en Mar Del Plata entre el 18 y 21 de abril.
Al momento de las devoluciones, Rodríguez explicó que “la doctora presentó el libro Gotas de Lo Posible, Violencia Laboral, y junto a dos profesionales de Azul, Cristina Romero y Eduardo Taboada presentaron un póster sobre la misma temática. Ambas dimos un taller sobre Campaña Preventiva de Violencia Laboral”. En la actividad enfatizaron la concientización y, fundamentalmente, con técnicas de interacción para evaluar “qué posibles soluciones, en cuanto la prevención de la violencia laboral se pueden realizar tanto en ámbitos públicos como privados, pequeños, medianos o grandes. Esto aparece en todos los ámbitos, en algunos aparece mucho más masivo, con características marcadas por la jerarquía, donde es más fuerte”, precisó la psicóloga.
La participación activa en un congreso es importante, más cuando se incluyen tres ponencias. Se les preguntó acerca de lo que para ellas representaba desde lo humano y lo profesional. Barcia lo explicó como “sumamente enriquecedor desde todo punto de vista, porque es un congreso que dura cuatro días con cinco o seis opciones horarias para elegir. Así que te encontrás con todo el país, con todas las temáticas regionales desde lo humano o lo científico para poder participar. Además te encontrás con colegas de todas partes para poder intercambiar ideas. El plus de participar con tres ponencias le agrega una dimensión más importante. Yo ya había participado en forma individual, pero con Emilia ha sido muy importante”.
Al momento de evaluar los complementos entre dos abordajes profesionales y generacionales, ambas responden desde lo emocional. Es Rodríguez quien dijo que “estamos juntas, y hay que aclarar que la nuestra es una profesión muy individual, porque uno trabaja a solas con el paciente. Pero se realizan interconsultas o intercambios, derivaciones; pero fundamentalmente hay un vínculo personal que fue creciendo con el tiempo. El mismo partió con mi ingreso en el hospital, en 2005, y cuando salí, según Patricia era por una cuestión de violencia laboral, no lo tomé como algo tan terrible, y hoy puedo decir que se cerró una ventana y se abrió una gran puerta, que es la del consultorio de Patricia. Ella es como mi madrina profesional”, dijo la psicóloga. Para Barcia se trata de “una química humana y profesional”, a lo que Rodríguez interrumpió para considerar que “ella es el motor, ella tiene una extremada cantidad de energía”.
Cuando se les pide una síntesis de la devolución de la gente frente a las ponencias que presentaron, fue Barcia quien adujo que “fue muy interesante ver cómo es una problemática común en todo el país, esto de la violencia silenciosa en los ámbitos laborales”. A modo de ejemplo recordó que “Factores de desmotivación en una muestra de médicos de hospitales públicos de Buenos Aires” fue el trabajo ganador, “temas que cada vez más interesa el cuidado del trabajador, sea éste de la salud o el que sea, en qué condiciones estamos trabajando, cuál es el simbolismo de la violencia invisible, que pareciera que nos tenemos que acostumbrar a trabajar en ambientes violentos porque es así. O porque las cosas funcionan de una determinada manera en una institución y uno se debe adaptar, lo que queremos es desmitificar eso y producir algún cambio, aunque sea intentarlo”.
¿Qué define violencia laboral? Barcia manifestó que “según la Ley 14040 de violencia laboral, y que se aplica en los municipios, establece que todo gesto que por acción u omisión lesione psicológica, física o sexualmente a personas dentro de un trabajo, ya sean superiores, pares o inferiores, que estén relacionados con el poder. No importa que sea un superior, puede tener menor jerarquía pero que ejercen violencia por estar relacionados con personas del poder. Así lo define la ley provincial, que es con la que juzgamos la defensa de nuestros derechos”.
Precisamente es la interpretación de la ley y el accionar consecuente lo que hacen dificultosa la instrumentación. Rodríguez recordó que “los profesionales de la salud mental tenemos las herramientas para, que en el equipo en el que formemos parte, podamos repensar esos conceptos que están naturalizados. Por ejemplo, un psicólogo puede ser el actor que tome las riendas de esa conflictiva y empezar a trabajar y pensar sobre ciertas cuestiones. La ley está al servicio de todos, pero no todos pueden estar dispuestos a repensar, porque se juegan intereses y miedos. El miedo es una arista que cruza la violencia en una forma transversal”. Problema que se agrava con la precariedad laboral, a lo que Barcia acotó que “es la precariedad una forma de violencia silenciosa, y si por esa misma situación le agregás el miedo por su situación laboral, y se somete a cualquier situación, se potencia también la violencia sobre la persona. Que valga el contrasentido, también se potencia la reducción de sus posibilidades de rendir en un 100% de sus capacidades”.
La elección de la problemática de estudio ha tenido la propia historia de las profesionales como disparador. El caso de Barcia ha sido tema de debate público, y es la psiquiatra la que manifestó que “parte de una experiencia mía. Yo tengo un juicio contra la Municipalidad de Bolívar. A partir de ahí, me negaba a entender ésta cuestión como una cosa natural, lo escribí como forma de catarsis, le sumé lectura e investigación, y a partir de allí surge el libro. A partir del libro empieza como una cascada a sumar una cosa tras otra, aparecieron charlas, en Tandil una, otra con Emilia en el Servicio Penitenciario”. Rodríguez consideró lo novedoso de la cuestión, “porque es una de las instituciones más rígidas, militarizadas y jerarquizadas del país, por lo que darles a los futuros cadetes la posibilidad de introducir el debate y pensar las formas de prevenir la violencia laboral en todas las jerarquías, era muy novedoso”. Esa charla, recuerdan, surge a partir de un docente que había leído el libro de Barcia, lo cual consideran una actitud positiva.
Al momento de pensar en el origen de la violencia, es Rodriguez la que precisó que “hay personas que no son violentas en su naturaleza, pero al formar parte de una institución que tiene un sistema violento los hace entrar en esa forma de comunicación, sobre todo en las relaciones de pares. No siempre hay un jefe que ejerce violencia sobre sus inferiores, puede ser entre pares, por competencia o por ganar un puesto”. Barcia agregó que “para que exista violencia tiene que haber un violentador y un violentado, que lo permite porque está naturalizado, es como un círculo vicioso que se perpetúa. En el momento en que podemos desestructurar ese círculo vicioso, el violentado comienza a defender su dignidad y no lo permite, iniciando el camino de la desestructuración de la violencia”.
Rodríguez enfatizó que en el Congreso “desarrollamos dos conceptos importantes, que son el de resistencia y resiliencia, dos formas diferentes de luchar contra la violencia laboral. La resistencia tiene que ver con una actitud pasiva, la de resistir hasta que el cuerpo y la cabeza aguanten, y la resiliencia tiene que ver con la capacidad transformadora que uno como sujeto puede hacer con lo que le pasa. Yo creo que el libro de Patricia es la prueba más concreta de la resiliencia, porque con todo lo que vivió podría haberse refugiado en el consultorio y nada más, sin embargo transformó todo eso y de allí surgió todo lo demás”.
Una de las cuestiones pendientes es el refugio institucional, a dónde denunciar. Barcia lo definió como “uno de los puntos más críticos, porque todavía no tenemos demasiado lugar donde denunciar, ni la seguridad de que la denuncia no sea penada laboralmente. Se está armando todo, el paso principal es ponerlo en palabras y que hayan lugares para poder hablarlo, con lugares seguros en la institución para hacerlo. Por el momento las denuncias las están recibiendo las organizaciones gremiales”. Contemplando la debilidad de los gremios en el partido de Bolívar, o la ausencia de muchos de ellos, el desamparo parece extenderse. Barcia amplió su exposición, dijo que “todavía estamos en un período precario, pero esto puede llegar a crecer y crear un lugar para denunciar la violencia invisible, que es una que no tiene testigos”. A ello Rodríguez agregó que “es muy difícil de demostrar, pero no imposible. La mayoría de las veces está en juego el propio trabajo, eso es la resistencia, una forma de aguantar hasta pasar el tiempo. Pero en ello aparecen síntomas físicos y psíquicos, con estrés, a veces con patologías severas”.